La inteligencia artificial genera valor cuando se integra en la estrategia empresarial
Hace poco le pregunté al CEO de una compañía de seguros si ya habían evaluado cuántos y qué empleados sustituirían durante los próximos cinco años como consecuencia de la utilización de la inteligencia artificial (IA). Su respuesta fue:
“No estamos en eso; estamos revisando nuestras actividades y procesos, analizando dónde y para qué la IA puede ser útil, y utilizándola progresivamente cuando vemos que crea valor”.
Y tiene toda la razón.
Es evidente que la inteligencia artificial ofrece un enorme potencial para transformar sectores, empresas y actividades: pero la estrategia de las empresas no es la IA en sí misma.
En el artículo “Make Sure Your AI Strategy Actually Creates Value”, publicado recientemente por Harvard Business Review, Chan y Renée advierten que “muchas empresas están poniendo el carro delante de los bueyes”, al colocar la IA como el eje de su estrategia empresarial. Lo ilustran contrastando sonoros fracasos como los de Snapchat o Nordstrom, con éxitos tan notables como los de Yunji Technology o Duolingo: mientras estas últimas identificaron cómo resolver un reto concreto con la IA, otras compañías la utilizan sin tener claro su propósito ni el valor que aporta.
Más allá de la interacción entre IA y estrategia, muchas organizaciones están enfrentando un nuevo fenómeno descrito por investigadores de BetterUp Labs y Stanford como “workslop”: contenido o trabajo generado por IA que aparenta ser de buena calidad, pero carece de la sustancia necesaria para avanzar de forma significativa en una tarea.
El workslop se manifiesta como trabajo de bajo esfuerzo y apariencia aceptable que, finalmente, genera más carga de trabajo para quienes deben revisarlo, corregirlo o incluso rehacerlo.
Según ese estudio, el workslop impacta negativamente en la productividad de los empleados: los participantes declararon dedicar en promedio cerca de dos horas a lidiar con cada caso recibido. El 53 % manifestó sentirse molesto, el 38 % confundido y el 22 % incluso ofendido.
Además, el workslop afecta también a la percepción que los que reciben el workslop tienen de sus colegas: los consideran menos creativos, menos capaces, menos fiables, menos dignos de confianza o menos inteligentes, en distintos grados.
Conclusiones
- La IA debe responder y estar supeditada a la estrategia.
- Como hace el CEO al que me referí, hay que identificar dónde la IA realmente puede aportar valor.
- Aunque los empleados deban contar con autonomía respecto al uso de la IA, la organización debería definir políticas y recomendaciones cuidadosas sobre mejores prácticas, herramientas principales y normas de uso.
La recomendación de Chan y Renée es clara: tratar la IA como un portafolio de iniciativas y no como un único gran proyecto.
José Ignacio Jiménez Enríquez de Salamanca
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